Más allá de las Víctimas

La violenta represión desatada desde mucho antes de abril, nos ha puesto cara a cara con el lado destructivo de la naturaleza humana que nos ha llevado a cuestionar nuestras creencias sobre lo bueno y lo malo. Muchos han de sentir que han despertado a la realidad, porque ahora son conscientes de la amenaza que constituye este régimen para ustedes mismos y los demás cercanos a ustedes. Esto es algo que muchos se habían negado por largo tiempo y algunos aun se resisten a reconocer.

«Todo estaba bien antes del 19 de abril»

Pero esta nueva realidad nos ha puesto en contacto con nuestros propios impulsos destructivos. La frustración nos conduce, quizás por vez primera, hacia el odio. Y bueno somos humanos, ¿quién es incapaz de sentir una profunda y terrible rabia, ante la descarada impunidad de los perpetradores de la masacre?

Hemos perdido esa «ingenuidad», al experimentar de la capacidad destructiva de las personas, y al fin de cuentas de nosotros mismos. Nos nos queda más que digerir y aceptar o negar esa perdida.

Si aceptamos todo lo bueno que Dios nos da, también debemos aceptar lo malo.
Job 2:10

Podemos elegir entre ver el mundo como realmente es, con lo bueno y lo malo. Dejar de pensar que la vida solo tiene que ver con lo «bueno» y abrirle espacio a otros aspectos de la vida. Descubrir esa alegría, a veces difícil pero gratificante, de nuestra existencia mortal, ese tesoro de buenos pero fugaces instantes.

La alegría que nace del bien es seria, mientras que la nace del mal va acompañada de risas y burlas
René Descartes

Si en cambio elegimos negar esa realidad, afrontaremos la vida y el mundo con amargura, todo sera negro, porque somos incapaces de controlarlo y al mismo tiempo incapaces de aceptarlo tal cual es. La muerte y el sufrimiento serán nuestros sombríos compañeros. Todo perdería sentido porque esperamos a la muerte que nos aguarda en la esquina; pero nos deja pasar por hoy. Se nos va la vida de todas maneras…

Ahora nos sabemos vulnerables, de maneras que nunca consideramos. La verdad es que el mundo siempre ha sido un lugar violento e inseguro; pero la violencia siempre estaba lejos de nosotros, porque nunca nos había convertido en sus víctimas. Siempre eran otros los que sufrían, los que padecían… los que morían. Ahora el temor es una constante que no podemos negar, ni apartar de nosotros.

En realidad, todos dependemos de un momento de suerte, y nunca sabemos lo que nos espera. En cualquier momento podemos caer en la desgracia, y quedar atrapados como peces en la red o como pájaros en la trampa.
Eclesiastés 9:11-12

Muy pocos entre nosotros aprenderemos a aceptar que como seres humanos somos limitados y vulnerables. No podemos prever, ni mucho menos evitar las catástrofes de la vida. Espero que esta experiencia como nación nos permita desarrollar esa tenacidad y madurez tan esenciales para la vida en sociedad. Tengo la esperanza de despertar una mañana con al certeza de que, sea lo que sea que venga, tendremos la suficiente madurez para enfrentar juntos cualquier problema y salir adelante.

En el mundo hay más ídolos que realidades.
Friedrich Nietzsche, El ocaso de los ídolos

Hoy vemos la muerte cercana, y sin embargo tenemos la fortuna de seguir viviendo, algo que otros no tuvieron. Quizá nos sirva tanta desgracia para re-evaluar nuestros valores y prioridades en la vida. Para algunos es como morir y resucitar cada día, que esto nos mueva a restarle valor a las cosas materiales y rescatar el valor de lo humano, de lo cotidiano… del cariño.

Dejemos de poner por delante el dinero, el trabajo, los objetivos materiales y los logros personales; comencemos a invertir en el amor de nuestra familia, nuestra espiritualidad y nuestra la libertad. Es tiempo de reencontrarnos con la esencia misma de la vida y que aprendamos a distinguir lo que es importante de lo que no. Saquemos provecho de esta «revolución interna» y reconstruyamos nuestro mundo sobre cimientos más fuertes. Que esta ruptura con nuestro pasado nos sirva para reconstruir los lazos sociales, imprescindibles para lograr el compromiso de cada ciudadano con los intereses colectivos, que nos encaminen hacia la solución de los problemas que nos afectan -hoy como antaño- a todos por igual.

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